Roma, eterna y misteriosa

A lo largo de los siglos, la magia de Roma ha sido magistralmente contada por poetas y escritores y maravillosamente representada en las obras de grandes artistas. Eterna y misteriosa, la Capital envuelve a los que llegan en una agradable «enfermedad de Roma» que no abandona. No es casualidad que millones de turistas se apresuren a tirar una moneda a la Fontana de Trevi con la esperanza de volver a visitarla: porque en Roma, recordando las palabras de Goethe, todo es como lo imaginamos, y todo es nuevo.

Si aún no lo conoces, o si quieres volver a sumergirte en su encanto, aquí intentamos describir brevemente su perfil, alma y colores.

Las siete colinas y el nacimiento de Roma (753 a. C.)

Cuenta la leyenda que el nacimiento de Roma se debe a Rómulo y Remo, los hijos gemelos de Rea Silvia y el dios Marte, abandonados y amamantados por una loba y finalmente adoptados por el pastor Faustolo y Acca Larentia, su esposa. Una vez que crecieron, los gemelos decidieron fundar una ciudad: para determinar quién debía gobernar, se confiaron a la voluntad de los dioses a través del vuelo de las aves augurales. Desde la colina del Aventino, Remo vio seis buitres, mientras que Rómulo, del Palatino, avistó doce, convirtiéndose en el primer rey de Roma en 753 a.

Desde el Monte Palatino, la ciudad se extendería sobre las siete colinas que todos conocemos: Palatino, Aventino, Campidoglio, Quirinale, Viminale, Esquilino y Celio.

Corazón del cristianismo católico, Roma es la única ciudad en el mundo que alberga un estado extranjero, el enclave de la Ciudad del Vaticano: por esta razón, a menudo se la conoce como la «Capital de dos Estados».